Cuando estás andando en bicicleta por una autopista (un lugar muy ilegal para las bicis, para empezar), hay un sonido que definitivamente no queres oír: "Psssssss". Después de 10 años de andar sin un solo pinchazo, un trozo de cristal –seguramente el souvenir de algún accidente- había apuñalado mi rueda trasera. Obviamente, no llevaba un kit de parches o una cámara de repuesto. Estaba frito.
No bloqueamos el tráfico: somos tráfico. En física, una masa crítica es la cantidad mínima de materia necesaria para que se sostenga una reacción nuclear en cadena. En el mundo del ciclismo, la Masa Crítica es un movimiento mundial que comenzó en San Francisco en 1992 cuando un grupo de gente harta, con el simple acto de reunirse y andar en bloque por las calles, trató de aumentar la conciencia de cuan hostil era la ciudad hacia los ciclistas.
La principio lo llamaron “Commuter Clot” (algo así como “grumo de viajeros al trabajo”), pero luego vieron un documental sobre cómo los chinos resuelven los cruces sin señales: esperan a que se amontonen las bicicletas suficientes, y cuando tienen una masa crítica de ciclistas, cruzan la calle como una unidad segura. Así es como nacieron las salidas de Critical Mass. Pronto el número de participantes aumentó a 1.000, y otras ciudades comenzaron a imitar el evento: en la actualidad, hay MC en 300 ciudades de todo el mundo, incluyendo seis en Argentina, con Buenos Aires como pionera en octubre de 2008.
Entonces, ¿qué es una salida de la MC? Simple, y al mismo tiempo muy complejo: los ciclistas se reúnen en un lugar determinado en un momento dado y toman las calles. En algunos casos, se decide una ruta antes de partir, mientras que en otros (incluido el de BA), simplemente se empieza a pedalear, quienquiera que esté al frente propone en voz alta giros o nuevos destinos que los demás pueden o no seguir. Se trata de una anarquía benevolente, o lo que el filósofo francés Gilles Deleuze llama una estructura rizomática, con toma de decisiones y conocimientos diseminados, y sin jerarquías verticales.
La MC va donde lo siente y por el tiempo que le plazca. Aquí se hace un buen uso de la seguridad que da el número: algunas bicicletas bloquean el tráfico en los cruces y la parte posterior de la caravana actúa como un "corcho" que evita que los coches se metan entre los ciclistas por detrás. Hay paradas regulares para reagruparse, y cuando hay problemas (conductores impacientes y cosas por el estilo) la masa se detiene y se hace cargo de la situación en conjunto.
¿Suena provocador? Los paseos de la MC son un tema muy controvertido en el mundo del ciclismo urbano. Algunos lo consideran una respuesta justa a las condiciones habituales del tráfico en la ciudad, otros dicen que su conducta subversiva e irritante no favorece a la causa: de hecho, las autoridades de ciudades como Nueva York y Boston han tratado de reprimir los eventos de la MC.
Usa la bici todos los días, celebralo una vez al mes. Masa Crítica Buenos Aires se reúne en el Obelisco el primer domingo de cada mes a las 16:00. Yo y mi corcel de metal de 15 años llegamos al lugar y nos encontramos con un pequeño grupo, entre ellos tres turistas en bicicletas de alquiler y un par de españoles en un descanso de una gira en bicicleta por América del Sur.
Por las 17hs., la Masa Crítica se había reunido y el viaje estaba listo para despegar. Las bicis agarraron la primer luz verde, y cuando todos estuvieron listos para comenzar (un grupo compacto de una cuadra y media) hubieron aplausos, gritos, timbres, un rugido rodante. La MC estaba en marcha.
La sensación es embriagadora: acostumbrado a la adrenalina del apuro, de esquivar autos y de deslizarse por los costados del tráfico, encontrarte en el medio de una multitud de bicicletas, sin autos de que preocuparse, disfrutando de la ciudad a unos placenteros 10km/h, es la felicidad total. Sólo deslizarse, ver el paisaje urbano transformado. Y esto se pone mejor cuando uno se da cuenta de que todo sucede porque la muchedumbre, de la que sos parte, adoptó una postura y se apropió de las calles.
Se trata de una verdadera fiesta, nada menos que una bicitopía - sonrisas por todas partes, conversaciones con extraños, música (alguien se las arregló para atar con una correa un par de altavoces en el portaequipajes de su bici; otro incluso más hábil domina el arte de andar con una sola mano mientras toca un tambor), pulgares arriba de algunos transeúntes, alegría sobre ruedas... También están, si rodás cerca de la parte de atrás o a los costados de la masa, los bocinazos de algunos automóviles ansiosos (incluso en una tarde de domingo), pero se encuentran con sonrisas, timbrazos y agradecimientos que ponen a los locos de la bocina aún más locos.
A medida que la Masa rueda a lo largo de 9 de Julio hacia Libertador, hay un rumor entre los que van cerca del frente, algunos gritos y susurros que anunciaban un momento crítico para la Masa Crítica: cuando el grupo llegó a la calle Arroyo, la frontera entre la 9 de Julio y la autopista Illia, los corredores del frente hicieron lo impensable y continuaron hacia adelante... y todos los demás los siguieron. En los meses anteriores había habido intentos de tomar la autopista, pero nadie los había secundado. El domingo pasado, la línea fue cruzada y simplemente ocurrió.
Allí fue cuando la Masa Crítica alcanzó su máximo poder: juntos, una cantidad suficiente de bicicletistas puede conseguir cualquier cosa - incluso proezas tontas y peligrosas. Más adelante, mis límites fueron probados una vez más cuando la masa rodó por la avenida Lugones (una avenida sólo por el nombre, Más bien la pista de careras extraoficial de BA) por poco más de 200 metros, tomando solo dos carriles. Con más tráfico que en la Au. Illia y más peligros potenciales para coches y bicicletas por igual, pensé seriamente en dejar el paseo en ese momento. Seguí adelante sólo después de encontrar un camino de tierra angosto en el costado de la avenida que estaba más cerca de mis límites personales - nadie resultó herido y no se produjo ningún daño, pero eso estaba fuera de mi zona de confort.