La noche de ayer, La Ciclét fue derrotada.
Lxs integrantes de la Columna Mazan conquistaron finalmente la terraza.
Lxs amigos y amigas que resistían valerosamente notaron su inferioridad, tanto numérica como de recursos para el combate, y pidieron clemencia.
Salieron de su trinchera y observaron: el terreno devastado, a los enemigos, los pedazos de cámaras tiradas, el piso mojado, bombuchas reventadas, fogatas. Divisaron a las compañeras y compañeros que continuaban con gomines bajo las uñas.
La Columna Mazan detuvo su asedio y también lxs observó. El aire olía a Medoca, goma y limaduras de hierro ("huele a victoria" dijo un presumido).
En medio de ese silencio tenso, un montacargas de la calle elevó una plataforma a la altura donde recién terminaba el combate. Sobre la plataforma estaba Judy Garland y el perrito Totó, quien a una señal de la niña comenzó a cantar Somewhere over the rainbow con una voz muy aguda pero agradable.
Con lágrimas en los ojos, lxs aguerridxs combatientes de La Ciclét sonrieron y caminaron hacia sus contrincantes, que también se emocionaron. Los dos bandos se abrazaron y besaron durante horas, ya que la capacidad pulmonar de Totó era incalculable.
En medio de los llantos, besos y tocamientos generalizados, descendió sobre la terraza un globo aerostático comandado por el mítico periodista y relator ciclístico Rubén Ganduglia. Con su verbo encendido y sin perder el contacto visual con ningunx de lxs presentes, el carismático profeta habló. Les contó historias de gestas populares, de héroes anónimos, de carreras antiguas en el viejo velódromo. Lxs convenció de la importancia de de continuar la lucha contra obscenos, pornógrafos, misóginos, inescrupulosos, capitalistas y falsos neutrales.
Lxs incitó a fundirse, a licuarse, multiplicarse y difuminarse. A volverse más y más ágiles. Lxs convenció de la necesidad de evolucionar en grupo.
En medio del éxtasis narrativo del jornalista verbal de la inmediatez, las personas que ocupaban la terraza se organizaron en una Sociedad.
En el clímax del ditirambo del comentarista, de la canción del perrito y de los frotes corporales, surgió su nombre: Sociedad Ciclista Refractaria.
Todxs los presentes se tomaron de las manos y corrieron hacia la calle a continuar los festejos, mientras el relator eterno se elevaba en su globo y los incitaba con su inolvidable:
Lxs integrantes de la Columna Mazan conquistaron finalmente la terraza.
Lxs amigos y amigas que resistían valerosamente notaron su inferioridad, tanto numérica como de recursos para el combate, y pidieron clemencia.
Salieron de su trinchera y observaron: el terreno devastado, a los enemigos, los pedazos de cámaras tiradas, el piso mojado, bombuchas reventadas, fogatas. Divisaron a las compañeras y compañeros que continuaban con gomines bajo las uñas.
La Columna Mazan detuvo su asedio y también lxs observó. El aire olía a Medoca, goma y limaduras de hierro ("huele a victoria" dijo un presumido).
En medio de ese silencio tenso, un montacargas de la calle elevó una plataforma a la altura donde recién terminaba el combate. Sobre la plataforma estaba Judy Garland y el perrito Totó, quien a una señal de la niña comenzó a cantar Somewhere over the rainbow con una voz muy aguda pero agradable.
Con lágrimas en los ojos, lxs aguerridxs combatientes de La Ciclét sonrieron y caminaron hacia sus contrincantes, que también se emocionaron. Los dos bandos se abrazaron y besaron durante horas, ya que la capacidad pulmonar de Totó era incalculable.
En medio de los llantos, besos y tocamientos generalizados, descendió sobre la terraza un globo aerostático comandado por el mítico periodista y relator ciclístico Rubén Ganduglia. Con su verbo encendido y sin perder el contacto visual con ningunx de lxs presentes, el carismático profeta habló. Les contó historias de gestas populares, de héroes anónimos, de carreras antiguas en el viejo velódromo. Lxs convenció de la importancia de de continuar la lucha contra obscenos, pornógrafos, misóginos, inescrupulosos, capitalistas y falsos neutrales.
Lxs incitó a fundirse, a licuarse, multiplicarse y difuminarse. A volverse más y más ágiles. Lxs convenció de la necesidad de evolucionar en grupo.
En medio del éxtasis narrativo del jornalista verbal de la inmediatez, las personas que ocupaban la terraza se organizaron en una Sociedad.
En el clímax del ditirambo del comentarista, de la canción del perrito y de los frotes corporales, surgió su nombre: Sociedad Ciclista Refractaria.
Todxs los presentes se tomaron de las manos y corrieron hacia la calle a continuar los festejos, mientras el relator eterno se elevaba en su globo y los incitaba con su inolvidable:
"via, via, via... VÍA!!!!!"
Gracias a lxs que de una u otra manera participaron.
A lxs que confiaron en aquel caradurístico taller.
A lxs que se acercaron de verdad.
Nos vemos en el mundo real.
La Ciclét.